
Los reyes apoyados por las ciudades y una pequeña nobleza, establecieron una monarquía fuerte a frente al movimiento de poder eclesiástico y nobles. Con las conquistas de Granada, Navarra, Canarias, Melilla y otras plazas africanas consiguieron las unión territorial bajo una sola corona, excepto Ceuta y Olivenza que entonces pertenecían a Portugal y que a hora forman parte de España.